Vulvas y flores
Así te recuerdo, siempre como por los días de marzo empiezan a brotar de las enredaderas, ovales amarillos que guindan ofreciendo su madurez. Así te recuerdo, cada vez que es cosecha de granadillas. Corro a descolgarlas de los pedúnculos con atención apasionada para colmar mochilas, jarrones, cuencos y jigras. Te recuerdo, cuando su piel, blanda corteza, es trans-gredida con mis dedos para destapar el interior y develar una blanquecina membrana. Cuando más te recuerdo es en el momento que preparo mi lengua para extraer, con gran cuidado, pepita a pepita, tu apetitosa carne, tu jugo dulce, tu pegajoso mucílago. Musurgia con sabor de la mañana.
Comer las granadillas me recuerda tus besos, o la primera vez que me en-señaron a besar. Sentada entre los frutos de un lado y las cáscaras ya consumidas del otro. Te sigo recordando. ¿Te he dicho que tienes los labios más provocantes? Que de ellos manan mieles y olores de fílmicos placeres. Que de esa boca siempre están libando los colibríes en manada. Dulce obsesión. Fijación de delirantes almíbares, fruta, semilla, origen. Toda tú, durazno de vellosidad tenue y bermeja.
Siempre suelo recordarte, sueño con la abundancia que procura tu borde, el limen de tus superficies, lo irracional de tus honduras y humedades. Me sumerjo en sonidos de cuerdas. Movimientos en el agua, mientras emerjo, como las flores de loto. Te recuerdo, como evocación de la tierra de donde he venido. Siento que eres tierra mía. Si es que se puede llegar a poseer. Te siento mía de arena, de musgo, de madrigal, de sol. Recuerdos con manos cálidas, canciones de corazón acierto, luz de amaneceres, y los ojos que siempre están mirando desde las páginas del libro que permanece cerrado. La censura. Te recuerdo, como la sustancia que en mi cerebro conspira y desordena, la mezcalina de vibrante color, toxicidad explosiva, inconexa.
Respiro recordando, orquídeas que en abril florecidas con fragantes invita-ciones a pasar, a acomodar mi vida en cuna de éter. ¡Quédate! Veremos el alba desde el mirador, mientras desnuda tu confianza, eriges en la aurora, recuerdos de imperecederos crepúsculos. Aún te recuerdo.
Por Lina Concha & Toro
Edición n.º 17, 14 de agosto de 2015
Ilustración de Carolina Chilito Becerra
Rapidografo y photoshop
Dimensiones variables
Lina María Concha & Toro. Payanesa. Estudiante de Antropología de la Universidad del Cauca. Investiga-dora social y cocinera por herencia. Lectora aplicada y aprendiz de muchas artes.
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