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Un día antes de volver a morir

*

 

Me despierto y encuentro la inconsistencia de mis palabras en el tiempo,

allí donde nos jugamos y no acertamos.

Cuánto daño hace el poder de las palabras blasfemadas al instante en el balbuceo

de la desesperación,]

cuánto dolor acumulado en una sílaba,

cuánta tristeza sentida en un gesto.

 

Y surge con fuego propio la angustia,

la que me da vida en el fenecer y se conectan mis experiencias con líneas,

con hilos escarlata que nacen de mis venas;

porque es de la sangre donde yace todo mi anclaje,

ese que me lleva a perder y ganar en el misterio,

el que ata al cuerpo del otro y lo hiere,

profundo en sus fibras y se rompe la delicadeza de los sentimientos, piezas perdidas en mis labios creadores y asesinos de besos en amores

 

Con los ojos abiertos y en retrospectiva,

Viendo más allá del infierno,

Dejo que mis brazos se eleven más que mi cabeza,

Quedo desprotegido al flagelo del alter ego;

Golpes más firmes e hirientes que la misma venganza y odio de un amante sangrante

 

Reposo bocabajo oprimiendo el pecho al respirar,

Para ahogarme, darme un respiro de tranquilidad.

Y sigo el calvario diario del despertar,

Como perdido en el desierto mis ojos se congelan en el pasado añorando la felicidad

Esperando que la resiliencia me salve en cada aleteo de mis parpados,

Porque es allí cuando vivo,

Cuando entro en el deseo de agarrar una mano en la ilusoria transición de mi existir

Que se fue entre noche y día de miradas fútiles y un devenir de las caricias en quimeras.

 

Dejo mi cama vacía y entro en el discurrir diario de olvidarme y encontrarme,

El día comienza y me siento Atlas,

Doblegado por el peso de mi pasado y altivo por el proceder que me condena…

 

 

**

 

Tomo la maleta del suelo, introduzco lo elemental y camino al mundo,

En cada paso pienso en el equilibrio,

en lo que te hace danzar y correr,

de percibir el mundo de forma natural;

de cómo ves la vida tan simple con años de amaneceres

y compleja ya en el zenit.

Cómo decides ser en la neblina, para luego, enceguecido por la luz

Te das cuenta que lo concebido por tu universo es un punto en el infinito,

Una estrella diminuta en el firmamento

 

Renacer en pequeños trozos de movimiento oscilante

Donde las fuerzas de mis ansias mueren paso a paso.

Caminar es el esfuerzo más simple de pensar, empero,

No pensar al caminar es el desarrollo pleno de lo que eres dentro,

En esa armonía inconstante por la experiencia.

 

Siento mi cuerpo despedazado por el tiempo y reformado por la pluma,

por la imaginación imperante en el vuelo matutino de necesidades y necedades de

mi mente]

permanezco en el equilibrio o en su búsqueda que no me deja caer en el sinsentido

en la euforia de caminares pasajeros o miradas dispersas.

 

El esfuerzo de sostenerme en la vida agota mis músculos, mi sonrisa;

Mis brazos de victoria quedan vencidos en el caminar,

Mi cuerpo se transforma en decadencia etérea

y mi autoconocimiento en más cuestionamientos,

engranaje infinito que te une al cosmos encontrando la insignificancia en lo magnánimo de tus hechos.

 

Cae la tarde y caes a la tierra,

Al paso firme en velocidad,

Vuelves a ser uno más;

A pisar la vida, pisar la tristeza, pisar la agonía, pisar la belleza y la desidia,

Vuelves retomando el camino, esos pasos del alba,

Los que te hicieron el presente los devuelves a la huella, al inicio de tu trasegar.

Entras a tu celda, sacas lo elemental

Y dejas la maleta en el suelo,

Para dar inicio a una nueva y última muerte…

 

 

***

 

En aquellos días donde la luna nos sonríe,

Apesadumbrado encontraba mi camino,

Desecho desde las entrañas recojo mis recuerdos,

Recuerdos que hacen sangrar las manos con mis lágrimas,

rocío de mí alma que se desprende lentamente,

y avizoro la inexactitud de mi existencia en el mundo

 

Legado el momento donde recibo a Morfeo,

Desprendo mi espíritu al infinito,

Me lleva a la corriente onírica de sueños imperfectos,

De oscuros deseos internos que me llevan al vacío,

A encontrar el Hades en mi desenfreno;

La luz del sueño se esfuma

y una espesa sombra que siento respirar,

 circunda el bosque donde transito

 

La noche no me ilumina,

no hay reflejo alguno que sentencie mi destino;

Las hojas secas dictan el llamado, todos me escuchan;

La vida misma de la noche susurra a mi oído la perdida de una luz,

Llama que se ahoga en el júbilo,

Luz que se acaba,

Albor que muere para reafirmar lo abisal de mi destino.

 

Camino hacia el viento,

hacia el arrullo nocturno de la lechuza,

al vaivén de las cigarras clamando lluvia,

a la caricia pedida que la locura me ha robado,

a las garras de mis rabias que encuentran asidero en mis epifanías.

Y es allí donde el calor se desprende de mí,

Desde el pecho un manantial vital se crea

Y florece la ilusión de un encuentro con lo sagrado.

 

Me desvanezco en medio de la nada

Con el firmamento de la oscuridad en mis ojos

y un peso diminuto en mi pecho,

Mi cuerpo se ha desangrado,

Mi cuerpo se ha marchitado,

Ha muerto en las manos de Morfeo y en los arrullos de la noche.

 

 

Camilo Radagast. Filósofo de la Universidad del Cauca, docente en SMART preuniversitario. Promotor de lectura de Encuéntatetitotu, llevando las historias al oyente, al igual que promotor del canal Leer y tertulia.

 

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Por Camilo Radagast

Edición n.º 25, 25 de mayo de 2016

Ilustración de Leandro Triana Trujillo

 

Diseñador Gráfico que involucra en su proceso creativo la tipografía, la ilustración, la experimentación con diversos materiales y sistemas de impresión. Actualmente hace parte de CUCÚ taller de diseño.

 

E-mail: leandrotriana@gmail.com

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