top of page

Tú y nosotros

Tú. Impávido, permaneces con tu calor reservado, sosteniendo de tus largos dedos un hilo fino que resume la fragilidad. La noche adormece al costado izquierdo y lerdo; quiero atrapar el sueño que se esconde debajo de sus párpados en letargo; deseo su tierra, veleidosa incitación entre encajes y oquedades. Deslizo el capricho que colma mi imaginación hasta el abrevado y desbordante aroma que con profusión sensible, acurruca el recuerdo cómodo que reposa entre su pliegue.

 

Tú, y nosotros. Yo, tú, nosotros. Nosotros, ellos, todos. Somos. Amamos. Aman. Solos todos. Concurridos y adormecidos. Bajo el amparo de la mañana fresca de lluvia, todos sobretodo, conservan el encanto de la noche que sedujo su virtud trasnochadora. Y nosotros y tú también asistimos al desplazamiento de todo eje. Pese a todo pronóstico, tú y nosotros y con los ojos de penumbra que advierten la experiencia cosmocrática, desvelamos a un noble cuásar, corazón de diamante que brillaba por entre las colinas, mientras suaves montículos de nube se atravesaban y se vertían por cuellos de botella, saliva y miel dispersadas en piel, repasando sus espaldas, vientres. Vino joven de notas ácidas, dejadme, Dejadnos.

 

Tú, niebla, luz de la mañana con gustillo a guayaba entre los dientes. En medio de celajes, despejaba las incertidumbres, asunto quemante resolviendo el acertijo, explorando curiosa con nariz de sabueso hasta hallar la ecuación inmóvil.  Adviene con el retozo de vaivenes, canto y melodías del viento, sabor a pipián, humo, leña y fuego, sentimiento de hogaza fresca. Nosotros, desde la memoria del frío lacerante, del azoro de la muerte, evocamos la claridad del día, que ilumina el retorno de la tranquilidad en forma de abrazo tibio. Tú. Yo. Nosotros, frágiles hojas de árboles de espeso follaje, papiro y céfiro, confrontamos la verdad a los ojos, amando cada rama, flor, pistilo, nervadura, pedúnculo, fruto y savia.

 

Yo, y tú y nosotros, consumiendo luz, transmitiendo eternidad, reconociendo la semilla, la tierra y el sol. Siento el azufrado aliento de volcán que envuelve a todo el valle, al doblar la esquina y por entre los balcones, camino y presiento que aquí volveré, para estar entre tú y nosotros.

 

 

Lina María Concha & Toro. Payanesa. Antropóloga de la Universidad del Cauca. Investiga-dora social y cocinera por herencia. Lectora aplicada y aprendiz de muchas artes.

 

Lea más textos de Lina María Concha & Toro aquí.

Por Lina Concha & Toro

Edición n.º 25, 25 de mayo de 2016

Ilustración de Francés Astaiza.

Rapidógrafo y tintas

16x21 cm y 10x12cm

 

Estudiante de Diseño Gráfico y amante de la ilustración, las letras y la editorial. Mi trabajo ilustrativo habla de la locura de la condición humana y los monstruos que nos habitan.

Ver en Behance.

bottom of page