Se requiere escritor o guionista, ¡urgente!
Desprendo del anuncio fijado en un poste de la acera una colilla con el número telefónico de quien solicita los servicios de un escritor o guionista. No deja de parecerme extraño que en esta ciudad alguien necesite de la ayuda de un letrado para resolver problemas de comunicación personal o realizar tareas artísticas. Una persona entre veinte millones es de seguro la excepción de este hecho urbano que me desconcierta. El cálculo anterior hace probable, e incluso posible, conseguir trabajo en México como escritor mediante un aviso callejero. Lo cierto también es que en los periódicos nunca he visto algo semejante. Cada vez que tengo en manos un diario no dejo de pasar revista a las páginas de empleo, por eso puedo afirmar que jamás he leído: “Se requiere escritor o guionista ¡urgente! Llamar al 5530 48 31”, pero helo aquí.
De frente encontré ese aviso, camino a la tienda de abarrotes de la Colonia San Mateo. Me detuvo la gravedad de la solicitud, y por encontrar sólo dos colillas de las veinticinco dispuestas en la hoja de papel bond fijada al poste. Lo parco del mensaje me deja en claro que se trata de un requerimiento de tipo estético, referido a las artes escénicas o quizá al mundo literario de la televisión. No lo supongo para deberes escolares o asuntos tan llanos como escribir una carta, pues esto ya lo resolvió la Internet. Pienso mejor que se trata de un trabajo artístico, porque cerca de donde tomé la información se encuentra el teatro Rodolfo Usigli, quizá de allí provenga la solicitud.
Llego de la tienda a casa con una caja de jugo de naranja, un sobre de pasta para preparar espagueti, una bolsa con aceitunas verdes sin hueso, una lata de ensalada de atún con verduras y el trozo de papel con el número de teléfono: 5530 48 31. Luego del almuerzo tomo la guía telefónica del D.F. y comparo los números del teatro Usigli y ninguno de los disponibles en el directorio de salas y tablas coincide con el del anuncio. Vencido por la curiosidad llamo, luego de cinco timbres cuelgo con mayor inquietud que antes, todo porque nadie responde. No creo que se trate de una broma, espero un rato y vuelvo a marcar.
— Aló —digo.
—Buenooo, responde una voz de mujer. Explico, con una urgencia innecesaria, que llamo por lo del anuncio.
—Sí, confirma al instante otra voz, ahora de hombre, para luego precisar:
—Sí, aquí necesitan de un escritor para una adaptación teatral de un libro de Elizondo. Le informo que me interesa conocer más detalles. Aunque he leído poco a este narrador mexicano creo poder aspirar al trabajo, confieso. Por la ansiedad del tono, hago creer que necesito ganar el dinero que ofrece el contrato: 300 USD.
Mientras espero en silencio una respuesta, pienso que tal vez el señor no conoce del tema. Quizá –me digo para soportar el callado auricular en la oreja– sólo sea el portero o acaso el vigilante encargado de tomar las llamadas. Pasados tres minutos es nulo el sonido del otro lado de mi oído, hasta que caigo en la cuenta de que me han colgado. Presiono el botón de redial y al escuchar el “digaaa”, repito que soy la persona que acaba de llamar por el anuncio callejero del trabajo para adaptar a teatro una de las novelas de Salvador Elizondo.
—Lo siento —me responde—, por hoy ya no tomamos más datos de aspirantes.
—¿Por qué?, inquiero algo molesto.
—No hay turno disponible para entrevista —me aclara— agregando sin énfasis alguno:
—Con la suya hemos recibido 3578 llamadas de 3578 escritores diferentes.
Coyoacán, julio 11 de 2008
Por Felipe García Quintero
Edición n.º 19, 15 de octubre de 2015
Ilustración de Charlie Arias
El aviso
Monocromo en rapidógrafos sobre dúrex
2015
Carlos H. Arias. Oriundo del departamento de Putumayo, estudia actualmente Diseño Gráfico en la Universidad del Cauca. Desde pequeño se interesó la ilustración y no fue si no hasta sus años en la universidad cuando tomó conciencia de lo que le interesaba representar a través de ella. Hoy se dedica especialmente a repre-sentar las diversas situaciones y paradojas de la vida, las personas y momentos que transitan efímeramente por su imaginario.
Felipe García Quintero. Docente titular del programa de Comunicación Social de la Universidad del Cauca. Ha publicado seis libros de poesía compilados en el volumen "La piedad" (Mantis Editores, Guadalajara, 2013, Universidad del Cauca, Popayán, 2015). También es autor de cinco libros de ensayos y de un libro de viaje por México titulado "Diario sucio" (Germinal, Costa Rica, 2015), del cual es tomado el texto que MalaGana edita.
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