Texto por Juan de Frono
Detrás queda el Atlántico.
Detrás de las palabras.
Y de frente a nosotros apenas tenemos lo que esas palabras alcanzan a nombrar. Lo que sus sonidos y sílabas y símbolos pintan. Pero, entre las palabras y el Atlántico, se encuentran la música y las imágenes. Música e imágenes, imposibles sin silencio. Por eso son más precisas, más poderosas, más leves para acercarse e intentar dibujar el Atlántico. Aunque siempre quede detrás.
El Atlántico es la vida, desde luego. Y lo incomprensible de ella.
oH BRuCE es un collagista que compone para acercarse un poco más al Atlántico. Sus obras, precisas, poderosas y leves, como la música, comenzaron con el tema del vuelo (imposible pasar por alto aquella metáfora milenaria: la vida igual a un vuelo), para luego explorar con los detalles, los colores, las figuras, las formas y las texturas para llegar a la soledad y el amor, como temas de una sola moneda.
oH BRuCE sabe que el Atlántico es un viaje. Y que ese viaje es imposible sin el otro. Sin el amor. Sin la amistad. Sin los fantasmas del deseo.
Están más cerca del Atlántico. Y detrás de las palabras.
Sus collages, mucho más cerca del Atlántico.
Y esconden, como dice Piglia que un cuento esconde una historia secreta sobre otra superficial, algo en sus espacios y sus silencios. Algo en la composición, en la manera en que se combinan sus piezas para decirnos, al mirarlos, alguna sospecha. Pero, como en algunas historias, para comunicarnos también otra cosa que se esconde detrás de lo visto y sabido. Detrás de la belleza cómo se pulen las imágenes y se emplea el círculo. Detrás de sus fondos impecables. Y detrás de sus títulos, muchos de ellos simples y mágicos: “Las mentiras suben y llueve sobre la tierra”, “Preludio sobre el bosque” o “Un tren parte de mí hacia ti”.
Si Magritte escribió en un cuadro suyo “Esto no es una pipa” aunque viéramos en él solo una pipa, oH BRucE podría escribir lo mismo en su collage con una pipa, titulado “Breve historia de un día de verano”. Porque no es una pipa lo que vemos. O sí. Pero más allá es la vida, la vida con su humo: círculos de soledad, círculos de compañía, círculos de deseo, círculos de tiempo que se va.
No es una pipa. Es el Atlántico, siempre detrás de todo, como en los versos de Montejo:
Algunas de nuestras palabras
son fuertes,
francas, amarillas,
otras redondas, lisas, de madera...
detrás de todas queda el Atlántico.
Serie de collage de oH BRuCE.
La vida de a dos
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