La oficina
Me siento a trabajar en la oficina de la naturaleza, donde encuentro verde refugio para discurrir en mis tareas. Reviso el teléfono, no hay minutos, el tiempo se ha extraviado. Pienso en el almuerzo, está solo, en casa. El té en mi vejiga colmada de adrenalina y estimulante. Acá no hay cafetería, he llegado a la hora que los servicios de alimentación han sido recogidos.
A mi alrededor todos cumplen con citas, la oficina, el despacho, el cubículo con el asistente del director, todos concurridos por la mediana burocracia que sienten cumplir. Suben y bajan los problemas del personal, el plagio, las plegarias, la lucha estudiantil, el sindicato de los ministerios, las tetas grandes, los jeans curtidos, la ropa ancha, la constitución política y el grafiti que invita cordialmente al lector funcional en rúbrica casi ilegible: “enciéndalo”.
Un carro fucsia. La etnografía que divaga. La multitud que se apelmaza, el hijo de puta que no deja de presumir su cámara. La ruta 2 de Transpubenza, o Transpobreza, ¡qué mal estamos en este valle de lágrimas!
Botamos mucha lata. Despilfarramos esfuerzos en empresas vanas, mientras reclamo mi vale por el libre derecho de respirar, de moverme y circular. Un silbido me trae de nuevo a dilucidar un lenguaje pertinente para aclarar los malos entendidos, pero no hay caso. Mi trabajo consiste en ubicar la expresión que mitigue el adormecimiento; quiero escribir en todos lados, los muros no me dan abasto, el papel tampoco, las filas de bancos son insuficientes, las bancas de los parques se agotaron, ya las ocuparon los pensionados y los enamorados, los asientos en el bus, cualquier calle del mundo tiene otras voces que acallan las preocupaciones que me inquietan. La indiferencia es el obstáculo que entorpece mi labor. En la ciudad no hay campo.
Me resuelvo a tomar el atajo, abismal y peligroso. Me ofrece un paisaje de filosas rocas, el desbarrancadero al que todos vamos, irremediablemente, cegados y torpes. Un silencio encrudece. Las almas perdidas, siguen sin hallarse. Crujir del cielo. Vértigo intenso. De un golpe brusco cierro mi agenda, la jornada de hoy se ha terminado.
Por Lina Concha & Toro
Edición n.º 21, 15 de diciembre de 2015
Ilustración de Edd Muñoz
Ilustración digital: Photoshop e Ilustrator
Edd Muñoz. Diseñador visual, fanzinero, comiquero y co-editor del fanzine de cómic colaborativo Dr. Fausto de la ciudad de Manizales, Colombia. Amante y Ninja freelance.
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Lina María Concha & Toro. Payanesa. Antropóloga de la Universidad del Cauca. Investiga-dora social y cocinera por herencia. Lectora aplicada y aprendiz de muchas artes.
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