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Groseros intrigantes

 

Usted debe conocer al entorno, saborearlo, vestirse de él, abrazarlo y emborracharlo eternamente. Hecho esto, al entorno usted puede invitarlo a bailar, a dar una vuelta o llevarlo a un restaurante lujoso mientras observan el atardecer. Usted puede enamorar a este personaje diegético y darle caricias, cachetadas y manoseadas. Enamórelo y déjelo hecho nada. Pero tenga cuidado. Él se las puede devolver.

 

Manejo cauteloso, acción que se ejecuta con astucia y ocultamente, para conseguir un fin. Intriga. Intrigas se llama un relato breve de Antón Chéjov, el cual relata de manera bastante animada, una junta en el Colegio de Médicos de N***. El personaje principal, un tal 'doctor Schelestov', habla serenamente sobre el mal desempeño de sus compañeros médicos. Estos médicos, acusados de hacer malas cirugías, de realizar morbo frente a sus pacientes y de quitar la uña derecha cuando la infectada es la izquierda (casos en Colombia conocemos), son el objeto del discurso elocuente, sensato y al parecer muy veraz del personaje principal.

 

Esta historia me llevó a pensar en que siempre que predecimos alguna situación intrincada, procuramos salir bien librados de ella. Nos peinamos bien, tenemos expresión relajada, hablamos tranquilos, como si no supiéramos perfectamente de lo que nos están hablando, como si no supiéramos que llevan mucho rato hablando de nosotros. Nos hacemos los locos, luego nos sorprendemos y decimos que no teníamos ni idea, que qué barbaridad nos están diciendo, que qué atropello contra nuestro buen nombre. Igual que el doctor Schelestov.

 

Hay unos que se hacen las miserables víctimas y otros que gritan aparatosamente como los miembros del Colegio de Médicos. Gritan, se alborotan, se ponen rojos, la respiración se les acelera y pareciera que se van a morir de un ataque cardíaco. Nos gusta el drama, el espectáculo, mientras que hay otros que caminan cautelosamente para lograr sus propósitos, e incluso, miden bien lo que van a hacer y decir. Y como buenos seres humanos que no nos fusionamos con el mundo, no todo sale igual a como lo teníamos en la cabeza.

 

Nos queremos defender siempre, queremos estar libres, queremos hacernos pasar por la víctima que cometió una atrocidad en estado de ira, locura o alucinación. No fuimos nosotros los que le hicimos el mal al entorno, él nos lo hizo a nosotros. "El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe". Ajá, a mí no me vengan con esos cuentos. La malicia la tenemos desde que le damos la primera sonrisa al entorno y a todos los que lo habitan. Desde el primer apretón de manos hasta el secretillo que se da en la calle 'para estrechar lazos de amistad', hacemos algo para nuestro bienestar. 

 

Chéjov y su relato nos brinda un reflejo de nuestras formas de ser, así que, como dije en el primer párrafo, pilas. Es momento de dejar de planear, de dejar de aparentar. Es momento de asumir la responsabilidad de nuestros actos, y si algo no ocurre como lo planeábamos, no es una intriga, como dice Chéjov, sino que así es como deben ser las cosas. No le echemos la culpa a los demás. Pongámonos bien las huevas, o el clítoris, y respondamos frenteramente ante lo que hacemos o dejamos de hacer. Si usted quiere sobresalir, haga las cosas bien para que después no se tenga que disculpar groseramente por lo que hace inadecuadamente. Aprenda de las intrigas de los demás, de la suya, y ahora sí, hágalas bien.

Por Julián Pérez Lizcano

Junio 24, 2013

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