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... Orgasmo

 

Alguien le había dicho alguna vez que, terminando la primavera en San Francisco, cada hoja que caía era un orgasmo del árbol y así siempre lo creyó. Había algo en ese cadáver orgánico casi tostado que identificaba como sus propios placeres.

 

Al desprenderse, la hoja lo deja todo. Cuando la hacen crujir sobre una superficie plana la hoja se desintegra; es ahí cuanto ya no tiene más nada que sentir y se deja llevar por el viento que la levanta a pedazos y la vuelve polvo. Así es de efímero el placer, un éxtasis biológico de un instinto animal que termina en un polvo.

 

¿Pero qué hay de las hojas que no alcanzan a tostarse y las arranca el viento antes de tiempo? ¿Acaso irán a buscar el placer y a volverse polvo en otras tierras, o quizás se hunden en el agua guardando alguna clase de celibato o esperan ser succionadas por el tiempo y el agua? Finalmente, el placer termina expresándose de distintas maneras, ¿no?

 

 

 

El arrecife de Carmel

 

Como un búfalo en la cima de una montaña árida a punto de saltar al vacío, permanecía exhausto frente al mar, exhalando el aire hostigante de su cuerpo inmóvil; quizás desechando alguna idea absurda de volver a casa después de haber ingerido varios tragos de vodka; probablemente evitando la soledad que le había pesado durante días como a un inmigrante más en los Estados Unidos.

 

Unas cuantas inhalaciones profundas antes de mirar hacia atrás, una última sensación imprecisa en el pecho y al final solo el sonido del viento bamboleándose de norte a sur con una extraña vibración que estremecía los oídos. Luego vendría el sonido del agua reventándose contra mi cuerpo, como si fuera una roca desmoronándose a pedazos. Quizás ese día había estado condenado a tomar el último respiro y soltar el aire al mar como un fusil que no regresaría, como un cuerpo desprendido de la habitualidad de las cosas, sobrevolando con la cabeza las costas de California.

 

 

 

Lo viajes son el centro de la experiencia, donde emergen nuevas formas de ver el mundo y
correlacionarse, viajar es coexistir y fijarse en un punto sin punto, es el renacer de nuevas ideas,
es la vida, la escritura, la fotografía, el arte, la catarsis del alma.

Jorge Beltrán ha construido fotohistorias a partir de la magia de viajar; en este caso, California.

Fotohistorias de un diario en California

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