top of page

35. Adolescencia tardía

 

Julio Cortázar es un escritor para adolescentes. En sus cuentos ha de iniciarse cualquiera que anhele convertirse en un lector medianamente fino y es en su universo que se descubre lo absurdo y mágico del subconsciente.

 

He llegado a esta conclusión con los años, pues conocí a este autor ya grandecito, pasando los veintitantos, a raíz de un encuentro con un viejo amigo de la infancia. En la primaria, etapa horrible de mi niñez tartamuda, me juntaba con dos compañeros (Carlos Ignacio y Rodrigo), para improvisar torneos relámpago de rayuela. Cuando me topé en una calle, veinte años después, con este amigo que les dije arriba (no jugaba con nosotros, pero se acordaba), tuve un refresco de memoria impresionante y, como una señal cósmica, vi pasar a una muchacha con “Rayuela”, de Julio Cortázar, debajo del brazo.

 

El libro estaba en mi casa, entre la literatura de cordel y novelitas eróticas que mi abuelo consumía con frenesí, por lo que abordé una primera lectura según el instructivo de su página inicial.

 

Así pues, y sin esa arrogancia pendeja del intelectual payanés que dice a los gritos que él empezó a leer a Borges a los cuatro años en la vasta biblioteca de su (generalmente) padre, supe de la Maga y Oliveira; el Club de la Serpiente, Morelli y Rocamadour. También el jazz entró con paso vencedor en mi espíritu ávido de África y delta del Mississippi.

 

Luego vino una segunda lectura, en el otro orden. Después otro cuento y uno más… En fin, mi adolescencia comenzó a los veinticinco y, al parecer, no hay señas de que quiera terminar.

 

 

A continuación se adjunta un link de descarga del mismo libro, sugerencia del autor de este artículo.

Por Juan Pablo Ramírez Idrobo

Septiembre 15, 2013

Fotografía por Daniel Gaviria.

bottom of page